Pues...
Aquí es donde está la falsa
concepción de la oración.
Que se cree que al orar se
van a cambiar nuestras circunstancias.
Nuestra manera subjetiva de
ver las cosas.
Justamente. Ahí está lo
fascinante.
En que cambia nuestra manera
de ver subjetivamente cada circunstancia, y con ello, recobra el sentido objetivo de nuestra vida.
Lo objetivo de cada
circunstancia está en que no se puede perder
el sentido de continuidad de la historia, a pesar de
cualquier circunstancia por muy adversa que sea.
En que a veces, pareciera que
la circunstancia nos envuelve y nos supera. Hasta
se nos olvida que todo pasará, que será pasajero. Y, que el sentido auténtico está, precisamente, en la
continuidad.
Que mañana vuelve a salir
el sol, como se dice.
Que después de la
tempestad viene la calma, como se dice, igualmente.
Lo es. Definitivamente.
Pues...
No hay otra (véase preguntas
y respuestas 237-249, primera parte).
Ni, más; ni, menos.
Ni, más; ni, menos.
Imposible que cambie. No es
ese el objetivo de la oración.
Pues...
No es otra cosa, que puro
futuro histórico.
La clave del misterio.
Sin la menor duda, pero con
sentido de historia.
Ni, más; ni, menos.
En ningún otro lugar.
En cierta manera.
Dios es el sentido de la
historia. Y esto no es nada más que
pura teología.
¿O, sea, que si se quiere comprender el sentido histórico del hombre
hay que volver al sentido del misterio, en clave de relación de misterios?
Ni, más; ni, menos (véase
preguntas y respuestas 183-185, primera parte).
Lo es.
No otra realidad y verdad y
experiencia.
Por supuesto.
¿Entonces, significa, que cuando pedimos que Dios transforme nuestra
historia, como historial, es una contradicción?
Por supuesto.
¿Eso explica que mucha gente se cansa de pedir y pedir para que Dios
cambie su suerte, y, nunca se cambiará, porque Dios no cambia la historia?
Precisamente.
Que Dios nos dará el
confirmar, más bien, nuestra historia y su auténtico sentido.
La cruz (en el sentido
estrictamente teológico y de la Revelación de las mismas Sagradas Escrituras de
las que Jesús de Nazareth, es la clave de interpretación).
Ni, más; ni, menos.
No lo es, sí no se tiene
claro todo lo que venimos señalando y descubriendo.
Vienen los problemas.
En que sentimos que Dios nos
abandona.
Se da con mucha frecuencia.
La aridez de la oración.
Desde nuestra manera de ver
aquí, no debería haber aridez. Todo lo contrario.
Tiene que sucederse la experiencia
del Todo y la Nada.
La experiencia de la pasión, muerte y resurrección.
Se seguirá en lo mismo.
¿Entonces, lo de la sanación interior, no es otra cosa que el volver al sentido auténtico de la historia?
Pues...
Es la experiencia del volver
a la realidad histórica de todos los días.
Sin duda.
¿Entonces, hay que pedir a Dios que nos sane interiormente, es decir,
que nos rescate el auténtico sentido de la historia?
No tenemos alternativa.
Se oye.
Sin la menor duda.
En parte; sí.
De manera portentosa como
muchos dicen; no.
Sin duda.
Se da naturalmente. Y tiene
que darse, si se experimenta la maravillosa experiencia de la oración.
De eso se trata la
experiencia de la oración.
No se puede estar en
sintonía de oración, sin experimentar la
sanación.
En que nos quitaría la
división en la que vivimos, muchas veces.
De nosotros mismos para con
nosotros mismos.
En que estamos hechos para
vivir una unidad psicológica existencial.
Ese es el problema.
Orar, primero. Pero, como lo
estamos presentando aquí.
Tal vez este libro pueda que
le ayude.
Seguir orando. Pero con la
experiencia del Todo y la Nada, al mismo tiempo.
Seguir en esa tónica.
En que nos vemos como
antagónicos.
Imposible.
Precisamente.
Precisamente.
El día en que estos dos
mundos mentales se den la mano, en la misma persona, como proceso de
enriquecimiento, estará sucediendo el proceso de la unidad.
Negarlo, sería cerrarnos al
misterio del fenómeno humano.
Ni, más; ni, menos.
Que es un misterio.
Que no se explica por sí
mismo sino desde Dios.
En sí mismo.
En el hombre se encuentra la
respuesta de Dios. Y Dios es la respuesta sobre el hombre. Ni, más; ni, menos.
Con sentido de historia. Ya que la historia es la confirmación del misterio de Dios y del hombre, al mismo
tiempo.
Pues... esa sería su tarea
en el mundo.
¿O, sea, que cuando ha habido guerra entre las religiones están siendo
antagónicas las religiones que han declarado hostilidades?
Pues...
¿O, sea, que hay gritarles a las religiones del mundo que oren y entren
en la experiencia de la dimensión de la oración?
Pues...
¿O, sea, que hay que pedirles a todas las religiones del mundo que unan
sus esfuerzos y dejen sus particularidades y oren juntas, en bien, primero de
la humanidad, y, después en bien de ellas mismas?
Pues...
No, precisamente.
Es el intento de las
religiones cristianas de unir criterios de fe y buscar la unidad.
Si.
¿O, sea, que las religiones no cristianas no entran en el intento de
unidad de criterios, en la experiencia del ecumenismo?
No.
¿Pero, sí, al fin y al cabo, todas las religiones tienen la misma meta,
es decir, Dios y el hombre, por qué no entran en la experiencia del ecumenismo?
Pues...
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