viernes, 9 de junio de 2017

Primera Parte: Dios y las religiones


Que cada una al cerrarse pierde la experiencia de la búsqueda que tienen las otras, y, así, sucesivamente.


Lamentablemente; sí.


Está de más, decirlo.


Como posesión y propiedad; no. Pero, como experiencia; sí.


Sí miramos la realidad “Dios” como una cosa u objeto; ciertamente, no. Pero, si miramos esa posesión como una experiencia; sí.


De eso se trata este libro.. Queremos llegar a la profunda experiencia de la oración. Por ahora, estamos colocando todos los cimientos para poder llegar a ese tema. Pero, todo a su debido tiempo. Dejemos esa misma pregunta para más adelante que nos va a ser muy útil porque es hacia donde pretendemos llegar con la ayuda de Dios, en una auténtica experiencia intelectual y espiritual, es decir, de oración. Ya que no son realidades contrapuestas ni antagónicas (véase las peguntas y respuestas 55-58).


Es una experiencia.


No se ve por qué tiene que ser un invento.


Ciertamente. Por eso, interviene el fenómeno de la fe.


Sí; la fe es una experiencia subjetiva.


No es peligroso. Porque es una realidad. No se puede negar ni obviar.


Definitivamente.


Quiere decir que es individual y personal. Es, en cierta manera, un don y una bendición.

¿Al decir que la fe es una experiencia subjetiva quiere decir que es al mismo tiempo una experiencia subjestiva?

Por supuesto.


Quiere decir, que como se trata de una experiencia personal de relación con el Creador, se genera un cambio, una transformación interior como consecuencia del gozo y la esperanza que da esa relación de fe.


Ni, más; ni, menos.


Sin duda, que podría presentarse para auto-engaños.


No, necesariamente.


No. Porque la fe es una respuesta circunstancial, también limitada como toda circunstancia, frente a los misterios de la vida. Y, es colocarse con humildad frente al misterio, es decir, frente al sentido mismo de la vida. Eso explica la razón de ser de las religiones en el mundo.


Sí las religiones se la toman muy en serio; no. Pero, puede presentarse esa posibilidad.


Podrían tenerla, sí las religiones no comprenden a profundidad el auténtico sentido del misterio.


Sí las religiones proyectan para un futuro inalcanzable sus esperanzas y sus expectativas de fe sin ningún compromiso real e histórico transformador, pues, correrían la tentación de convertirse en “opio”. En cambio, sí se hace la conexión exacta y justa con la vida concreta e histórica, entonces, las religiones se transforman, como debe ser, en una experiencia de vida gozosa y alegre.


Una poción para tener a la gente engañada, y, por consiguiente, alienada y manipulada.


Sin duda, que, sí.


Hacer lo que estamos haciendo en estos momentos: intentar hacer teología, aún de las religiones.


Si por críticos se entiende intentar cuestionar con elementos teológicos, como lo estamos haciendo, justo ahora, pues, sí.


Aún, así.


Estaríamos actuando según nuestra conciencia. Y, en este particular, estaríamos siendo honestos y sinceros, como muchos ya lo han hecho en la historia de la humanidad.


Para consuelo nuestro; sí. Y, muchos. Todavía hoy mucha gente lo hace, por ejemplo, muchos cantantes con sus letras.


¿Cómo decir lo contrario?


Ayudan a una aproximación. Sobre todo, ayudan a evitar encasillamientos, en caso de que se den. Y se dan. En eso consisten sus aportes.


Está de más, decirlo.


Ese cuestionamiento tiene que ser la constante de este libro. Porque eso es lo que pretendemos precisar y estudiar y es lo que motiva, precisamente, este libro: abrir caminos. Sin duda, que las religiones juegan un papel importante en la historia del hombre, ya que ayudan y facilitan la experiencia de la relación Creador-Criatura. Pero, es necesario que hagamos teología de las religiones, como es lo que estamos intentando hacer. No es fácil, sin embargo.

¿Quiere decir, entonces, que hay que evitar todo tipo de encasillamiento, y, hay que estar abierto a toda experiencia para acercarse progresivamente a la auténtica experiencia de “Dios” y todo lo que ello significa?

Definitivamente.

¿Es decir, que todo encasillamiento, en aras de una experiencia religiosa, es todo lo contrario, es, más bien, una negación de esa experiencia?

Lo es.


Para que decir que no; si, sí.


Ese es el peligro, definitivamente, de las religiones. En que ellas mismas se convierten en sectarias.


Si.


No es fácil.


Podría ser peligroso. Es lo que en la historia de la humanidad se ha llamado sincretismo. Ya se ha intentado. Ahora, es lo que pretende la New Age (Nueva Era).


Es tomar de todas las partes las cosas que se consideren útiles y juntarlas haciendo una especie de creación nueva, desde las partes involucradas.


No.


Porque, faltaría la clave de todo que sería el diálogo.


No. Porque sería crear una especie de “ensalada” de religiones. Es decir, una mezcla, que en vez de fortalecer y enriquecer generaría más confusión. Además, de no crear ningún tipo de identidad.


Ciertamente, el objeto sagrado es el mismo: “Dios”. La diferencia está en sus aproximaciones a esa verdad metafísica.


La palabra “metafísica” es una palabra utilizada en filosofía para hacer referencia a las realidades supraterrenales.  De hecho, “metafísica” quiere decir “más allá de la naturaleza”, “más allá de las leyes de la naturaleza”.


Sí.


Precisamente.


Ahí está el meollo de la cuestión, como se dice. Precisamente, el hombre tiene que entender que se trata de fronteras que son imposibles de abarcar, precisamente, porque es un misterio.

Bueno: ¿Sí es un misterio por qué el hombre se empeña en decir y demostrar que conoce sobre esas realidades, cuando en verdad no es así, sino vana ostentación de conocimientos?

Ahí está la clave de todo.

Ahora sí que nos metimos en temas delicados, y, mucho, porque: ¿Sí es un misterio por qué no dejarlo como misterio y dejarse de inventos e inclusive de religiones?

El hecho de que sea un misterio no significa que el hombre no intente entenderlos racionalmente, por lo menos. Y es lo que hace con sus intentos.


En cierta manera, sí.


Para qué decir que, no; si, sí.


Justo aquí es donde está el peligro de las religiones. Pero, hay que diferenciar el hecho o el fenómeno religioso de la realidad de las religiones.



Las religiones; sí. Más no el fenómeno religioso.

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