¿No se podría, igualmente, hacer una experiencia de oración en el sentido de ecumenismo con todas las religiones del
mundo?
Pues...
¿Eso explica que hay pensadores en la historia de la humanidad que han
expresado que si se es religioso y se profesa y vive como debe ser el sentido
de la fe, que es lo que, en cierta manera las une, se es, indistintamente buen
hombre de fe, ya sea en esta o en otra religión, porque, al fin y al cabo,
todas tienen elementos comunes?
Pues...
Pues...
Está bien... comprendemos el “pues...” Volvamos a lo del todo y la nada, que me
parece que es muy bonito... ¿O, sea, que el todo y la nada es la clave de la oración?
Sin duda.
El ser humano.
La realidad del misterio, pero en dimensión de fe.
El todo y la nada son dos realidades que se
complementan. Una explica a la otra. Y una se explica desde la otra.
El todo tiene sentido,
precisamente, por la experiencia de la nada, al mismo tiempo. Y la nada se explica y se entiende desde la experiencia del todo.
Desde la experiencia de la
oración, ese tiene que ser el juego dialéctico del que experimenta la
experiencia del encuentro y del desencuentro, que significa la oración.
La experiencia de apertura interior lleva a relativizar su
propia experiencia. Lleva a comprender que se trata de sutilezas espirituales y
que son experiencias muy personales.
Cada uno tiene que hacer su
propio camino, muy único e individual, porque cada uno es cada uno, muy
distinto de los demás. Por consiguiente, cada uno tiene su propio historial
infantil, de niño, de persona. Cada uno responde de manera muy particular ante
los mismos fenómenos reales, aún en el plano espiritual y de la oración.
Precisamente, de eso se
trata.
¿Es decir, que, entonces, la experiencia de oración, en el más sentido estricto de la experiencia, es única e irrepetible?
Por supuesto.
En su sentido estricto; no
se puede transmitir.
Como método puede ayudar. Se
puede tomar de ellos algunos elementos que puedan ser de utilidad. Pero, no se
pueden seguir al pie de la letra.
¿Pero, si se toma un estilo con su metodología para aplicarlo tal como
lo experimentaron los que lo han experimentado?
Pueda que el método ayude.
Pero, no se puede esperar los mismos resultados, ya que somos una
individualidad irrepetible y única.
Eso suena muy interesante, sobre todo, lo de la individualidad
irrepetible: ¿Pero, entonces, qué sentido tiene que se tenga escuelas de
oración y se dicten talleres para facilitar la experiencia de oración, por ejemplo?
Estas escuelas y talleres
pueden ayudar a comprender la individualidad irrepetible y única. Pero, sí se
pretende copiar, se ignora que la oración es una experiencia del que la experimenta.
Entre otras cosas, por
supuesto.
Ahí es donde está lo
emocionante y fascinante de la oración. Es decir, nunca dos momentos de orar,
aún realizados por la misma persona, en el mismo lugar, y circunstancias
aparentemente iguales, será igual. Porque si fueran iguales, ya no sería
oración, en el sentido más estricto de la experiencia de la oración.
¿O, sea, que el pretender hacer un itinerario de un método concreto y
específico de la experiencia de la oración, sería una contradicción con lo el hecho mismo de la oración
y su experiencia?
Está más, decirlo.
¿O, sea, que libre de encasillamientos es la condición indispensable
para entrar en la profundidad de la oración?
En parte; sí.
El no encasillarse sería ya
un encasillarse.
No se trata de una camisa de
fuerza. La clave sería no
encasillarse, pero no sea que por cumplir ese requisito ya se esté encasillando
la experiencia. Es relativo.
Simplemente a la experiencia.
No. No se trata de un
itinerario. Eso sería sinónimo de experiencia.
De vivir el momento.
Tomarse las cosas como
vienen. Sin forzar absolutamente nada, ni tanto en un esquema, ni tanto a un
programa. Como vienen.
Justamente lo contrario.
Para el que está en la
sintonía de la oración, aún la distracción
es oración.
Como está en apertura total, cualquier cosa lo lleva a
seguirlo estando. Nada lo distrae, ni aún la distracción.
Si está en apertura, está en apertura. No necesita colocarse en concentración de apertura.
Simplemente, ya lo está. Vive redimensionando cada cosa y cada momento. Vive
viviendo el momento, sin necesidad de buscar cambiarlo. El momento es el
momento. El instante que es. Y no otro. Lo vive. Tal como viene.
No.
Tampoco.
Tampoco.
Esto no me esta gustando: ¿Por fin: cómo va a ser oración si no se coloca
en actitud de oración, ni se concentra, ni se encomienda a Dios que es la otra parte
complementaria de la oración?
Porque se trata de vivir la
historia.
Pues...
El auténtico sentido
existencial de la historia es vivir el momento presente tal como es.
El presente es lo que
cuenta, pero en sentido de historia.
El pasado queda para el
pasado.
Pues; sí.
Pues, que si tenemos claro
el sentido de la historia, lo que cuenta es el momento presente. El ayer no se puede transformar. Fue. E, igual, con el mañana. Será,
pero no es.
En que no se puede perder el
sentido de la historia. Cuenta es el momento que se está viviendo. Vivir el instante, justo
el instante a cada instante, con sentido de instantaneidad.
Ya se puso a inventar una palabra: ¡eso nos faltaba! ¿No cree que está
forzando el tema para hacer querer decir lo que quiere querer decir y no
justifica?
La palabra no es invento de
ahora. Esa palabra existe y quiere decir una realidad. Y lo otro, esa es la
experiencia de la oración Ni, más; ni, menos.
Para qué decir que no; si,
sí.
Pues...
¿O, sea, que vivir en el pasado, que fue, o, en el futuro, que será, es evadir el presente, y, por consiguiente, es no estar en
oración?
Pues...
¿O, sea, que, aún en la misma pretensión de hacer oración si se evade
el momento, tal como es, es una muestra de no estar en oración ni hacer
oración?
Pues...
¿O, sea, que la historia, es decir, el momento o instante actual, es la
mejor oración y el más sentido profundo de ella?
Pues...
Pues...
El misterio.
El sentido de la fe.
La vida es un misterio. Hay que vivirla en clave de misterio, es decir, en ella se encuentra a Dios de manera natural. Sin forzar
las cosas. En ella está Dios y es quien las explica todas.
No hace falta hacer
ejercicios mentales para descubrirlo.
Hay que estar en sintonía con la naturaleza, con el mundo,
consigo mismo... con el todo... con la nada... Esa es la resurrección... Y esa es la experiencia de la oración...
Que la oración es algo
connatural a la existencia humana.
Hay que volver a lo
natural... No complicar las cosas...
Que hay que diferenciar
oración de meditación y de reflexión.
Que ya este tema llega a su
fin. Y que tal vez en otra oportunidad tratemos de la meditación y sus métodos.
Este libro lo ha sido
Así no se vale... pero no hizo una especificación de lo que es
reflexión, tampoco la diferenció de la oración ni trató del tema... Así no se
vale...
Invirtamos los roles...
Ahora, con una pregunta: ¿No ha considerado que este libro sea una reflexión
sobre la oración? ¿Si no... entonces?... Significa que no vivió el libro como
una oración... Es decir, que tal vez, no vivió el presente cuando se iba
haciendo... o leyendo... Pero, lo que fue, fue; lo que será, será. Y, lo que
es, es...
Se ve a claras que lo de la oración es realmente sencillo e igualmente
complicado, porque, ¿tradicionalmente no se dice, pues, que para hacer oración
hay que hacer silencio y disponerse a hacer oración; entonces, en qué quedamos?
Sin duda que el silencio.
Pero, no tanto en el silencio como postura externa, sino como actitud interior constante.
Me parece que ha simplificado demasiado con eso de que la oración es la
vida como tal; ¿no cree que es demasiado simplista esa afirmación a estas
alturas?
Parece demasiado simplista.
Pero, no lo es. Pues si nos ceñimos a los textos bíblicos, por ejemplo,
encontramos que esa es la línea de la Revelación de las Sagradas Escrituras.
Se trata de la experiencia
maravillosa del Jardín del Edén.
¿Y, eso no es encasillarse, tanto al texto bíblico como a la
experiencia concreta, en el caso supuesto del Jardín del Edén?
La experiencia del Jardín
del Edén, no es otra cosa que vivir
comprendiendo y asumiendo conscientemente que la vida es un jardín.
Que la vida es bella y es
una belleza vivir la vida como experiencia de jardín.
Al contrario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario