viernes, 9 de junio de 2017

Primera Parte: Preguntas sobre el sentido de las religiones


Por lo general esa es la idea. Pero, aún, sin pertenecer a cualquier religión se puede tener la auténtica experiencia de la oración.


Porque se trata, según la mentalidad del libro del Génesis, de una relación Creador-Criatura, ya desde la misma creación. Es algo connatural a la criatura, según la mentalidad del libro del Génesis.


Es dialogar en una experiencia de relación Creador-Criatura.


Por supuesto.


Por ignorancia y afán de exclusividad por parte del hombre que busca adueñarse de una experiencia que es universal y connatural a la criatura, capacitado desde la creación para la experiencia relacional con el Creador.


Lamentablemente; sí.


Tienen la experiencia y los patrones válidos de acuerdo con sus procesos de enriquecimiento para facilitar el encuentro en la experiencia de la relación Creador-Criatura.

Pero, ¿no hay contradicción, entonces, con lo que se viene diciendo?

No.


Desde el libro del Génesis, sobre todo, en los tres primeros capítulos, el hombre está ya en capacidad de relacionarse con el Creador. El problema se presenta después cuando el hombre ha querido y pretendido (y logrado en la historia) de encasillar esa experiencia.

¿Dónde, en concreto, aparece en el libro del Génesis esa realidad teológica y humana de la capacitación y capacidad del hombre para la relación Creador-Criatura?

En Génesis 1, 26-27:

Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en  las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra.
Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó.


Ya lo dice el texto sagrado. No hay más que decir. Está dicho. Por lo menos, en la capacidad y condición de la relación, por supuesto. Porque, la clave está siempre en la relación y realidad Creador-Criatura con sus diferencias y especificidades. Es decir: Creador, como Creador; y, Criatura, como Criatura. Es básico esa aclaratoria. Pero, en relación y en capacidad de relación. Es clave.


En el encasillamiento y en el pretender apropiarse una experiencia que ya le es propia al hombre desde su creación. Por lo menos, es lo que se desprende del texto del libro del Génesis.


Desde el punto de vista del Génesis, ciertamente, no.


Lo es, sí no miramos con objetividad la Revelación que nos hace el libro del Génesis. Pero, sí interpretamos con carácter de universalidad, es decir, teológico, pues, no lo es. Es una realidad teológica, revelada.


Las religiones son experiencias comunitarias de la misma experiencia universal ya implícita en la naturaleza del hombre. Tienen la propiedad de crear una escala de valores y condiciones para facilitar la experiencia religiosa.


Primero: precisar el objeto de la relación. En este caso, “Dios”.
Segundo: reconocer que la experiencia del encuentro con Dios es posible y se da cada vez que se reúnen para tener de manera comunitaria esa experiencia.
Tercero: crear un conjunto de ritos, rituales, oraciones, posturas, posiciones y maneras muy específicas que faciliten esa experiencia de la relación. Lo que sería la liturgia de cada una de las religiones. De hecho, todas las religiones, tienen su propia liturgia.
Cuarto: fortalecer a la persona que hace esa experiencia. Y, aquí, es donde está la realeza y grandeza de todas las religiones.
Quinto: crear, por consiguiente, la necesidad afectiva y efectiva de la persona de estar constantemente repitiendo esa experiencia.
Sexto: generar el compromiso personal de todos los que pertenecen a ese grupo en concreto (de la denominación que sea) de llevar una vida de acuerdo con los valores humanos-teológicos de esa experiencia de la relación Creador-Criatura. Es decir, se genera una escala de valores morales.


Por supuesto. Lo que quiere decir, que es básico, fundamental y elemental, precisar el objeto, en este caso Dios.


Si no se tiene claro el sentido de revelación de Dios puede traer graves problemas. Así, por ejemplo, sí se tiene un concepto de Dios vengador y castigador nos llevaría como consecuencia a una vida llena de temor y de escrúpulos que enfermarían a la persona que profese esa creencia en particular.

¿Pero esa era la idea alguna vez del concepto de Dios que se tenía, por lo menos, así aparece en el Antiguo Testamento de la religión judía, de un Dios vengador de nuestras maldades?

Sí; esa era la idea del Antiguo Testamento, en la religión judía. Pero, el libro de Job, buscaba mostrar, justamente, lo contrario. Y, sobre todo, el mismo Jesucristo, en toda su enseñanza nos muestra a un Dios misericordioso, superando, así, la idea de un Dios vengador.


Un Dios al que haya que hacerle sacrificios humanos, por ejemplo, como en algunas religiones, según nos cuentan muchos libros de historias de algunas culturas, como las precolombinas


De hecho, en eso consistía los sacrificios religiosos. No se puede negar.


¿Qué se puede decir, como respuesta, ante los datos que se recogen en ese libro y en muchos del Antiguo Testamento? No se puede decir nada como para justificar. Los datos son los datos. Ahí están.


Desde los datos plasmados como evidencia aquí, pues, no hay otra que decir, que, sí.


Pareciera.


No se puede decir nada. Esa es la historia de la religión judía.


Sin duda que el cristianismo tiene su base de fe en la religión judía. De hecho, cree y profesa su fe en un solo Dios. Es decir, es una religión monoteísta. Pero, el cristianismo es posterior y es la maduración perfecta del judaísmo en la historia, desde Jesús de Nazareth, el Mesías, el enviado, según las mismas esperanzas mesiánicas del pueblo judío.


Negar un proceso de madurez, aún en la religión, sería negarse al proceso mismo del crecimiento de la persona humana, y, por consiguiente, del género humano, tanto en individualidades, como colectivamente.


Definitivamente.


Estar haciendo constantemente teología. Lo que significa verdaderamente una auténtica experiencia de oración. Es decir, no todo está conseguido. Y, aún lo conseguido, se puede perder. Porque se trata de una experiencia de apertura constante.

¿Y quiénes hacen teología en las religiones?

Deberían hacerla todos, en la experiencia de oración que es una constante búsqueda y un eterno ir y venir hacia la fuente y de la fuente. No porque ya se llenó las vasijas de agua hoy, mañana no tengo que volver. Al contrario, hay que volver para llenar otra vez las vasijas, lavarlas, cambiar el agua, y volver y volver, constantemente.


No.
Al contrario. Se convierte en una fiesta interior que produce mucha alegría y satisfacción. Además, de una dulce necesidad.


Definitivamente.


El peligro está en que, entonces, la religión se convierte en puro moralismo.

¿O, sea, que el moralismo es una deformación de lo que debe ser una auténtica tarea de las religiones?

Definitivamente.

¿Qué sería moralismo, en este caso?

En que todo se convierte en pecado. Y todo se convierte en un puro ritualismo y cualquier infracción de lo ritualístico o sus formularios se considera como una ofensa a Dios. Todo se convierte en un “no”. “No” para todo, que en vez, de liberar, ata, paraliza y confunde generando un temor por todo y para todo.


Por supuesto, que hay momentos, lugares y situaciones en el que el “no”, prevalece. Pero, no tanto, al extremo de quitar la experiencia de libertad interior. Cuando se le da mas importancia a lo menos importante, como a los detalles superfluos, y no a la esencia, se corre el peligro de moralismo.


Se podría dar ejemplos. Pero, al dar ejemplos, caeríamos en moralismos, que es, precisamente, lo que se está evitando.


La persona humana. Con todo lo que esa realidad implica: su libertad con el auténtico sentido de “imagen y semejanza de Dios” (véase la pregunta 14.).


Definitivamente.


Sí.

¿El moralismo sería empobrecimiento?

Sí.

Utilizando la idea del ir y venir hacia la fuente y de la fuente ( véase la idea de la pregunta 33), ¿cuál sería un ejemplo de moralismo?

Sería en quedarse con el agua que se trajo hace varios días y no querer volver a la fuente para renovar el agua, aún lavar la vasija. O, sería, en conformarse con la experiencia ya vivida (o de ayer) creyendo que no hay más, cuando el agua sigue fluyendo cristalina y fresca en la fuente para dar vida.


Al conformarse con el agua que se trajo ayer (en relación a tiempo pasado y vivido como experiencia) y no comprender que la vida está en la fuente, a donde se tiene que volver siempre, para siempre volver, se comienzan a poner muchas prohibiciones para intentar conservar lo que ya se vivió y pertenece al ayer, para intentar conservarlo. Cuando ya envejece por razones de tiempo y naturaleza. Entonces, vienen los “no”. Tales como: No mueva el agua; no mueva la vasija; no se pare ahí porque se calienta el agua; no destape la vasija porque se evapora; no saque mucha agua porque queda poca; no, no y no. Todo un rosario de “no” que empobrecen y quitan la libertad y la alegría. Todo por no volver a la fuente otra vez, y, así, cada vez, siempre.


Algunos líderes están en la experiencia y en la sintonía del ir y venir a la fuente y de la fuente. Otros, son extremadamente moralistas, lamentablemente. Y eso es en todas las religiones.


No es la excepción.


Por supuesto que sí.


Sí.
Ese sería y es verdaderamente el problema. Un quedarse en el ayer y mantenerse en esa experiencia como la única válida.


Por supuesto. Muchas.
Sólo por decir una: “Ay, en mis tiempos era así” (es decir mejor).


Envejecimiento mental. Porque el mundo fluye, cambia. También son nuevas todas las experiencias que hacen que la vida sea realmente bella. Y lo es.


Definitivamente.


Por supuesto.


Ni, más; ni, menos.


Es triste que así sea.


Jamás.


Definitivamente.
No se es intelectual si en el fondo no se es espiritual. De hecho, la condición que hace al intelectual en su afán de búsqueda es, precisamente, su espiritualidad.


Por supuesto. Esa es la diferencia.
De hecho, sin fe no se puede hacer teología. Es básico.


Ya sólo el hecho de que una persona se cuestione el sentido de la vida y le busque sentido a la vida con sus cuestionamientos hace, precisamente, que tenga fe, aún cuando no exprese ninguna formulación religiosa.


Lamentablemente, son calificaciones que en nada se acercan a la verdad. Muchos, sobre todo cantantes, por ejemplo, hacen mucha teología. Claro, que es una manera muy peculiar de hacer teología, muchas veces contestatarias. Pero, no por eso, no dejan de hacer teología, desde sus maneras particulares, por supuesto. Pero, igual es teología. ¡Cómo negarlo! Y, desde alguna manera, nos ayudan a acercarnos al verdadero concepto de Dios.


Definitivamente.


En el sentido amplio de lo que es teología; no. De hecho, todos estamos en capacidad, por la naturaleza humana, de intentar acercarnos al mismo misterio. Total, la apertura es existencial y universal, sin excepción.


Tiene razón. Pero, eso corresponde estrictamente a los cristianos y católicos en concreto y no al hecho existencial de la capacidad de teólogos de la que participamos todos los seres humanos, por el solo hecho de ser “imagen y semejanza de Dios” ( véase la pregunta y respuesta 14).


Está de más decirlo.

¿O, sea, que el concepto de Dios que se pueda tener con su comprensión, es progresivo, en donde, a veces, se aproxima más o se distancia, dependiendo de las capacidades del sujeto (persona) que haga esa maravillosa tarea?

Por supuesto.


Por supuesto.


Ni, más; ni, menos. Ese el meollo de las religiones.



[1]           Segundo libro de las Crónicas, 25, 7-12: “Josías reservó para la gente del pueblo ganado menor, así corderos como cabritos, en número de 30.000, todos ellos como víctimas pascuales para cuantos se hallaban presentes, y 3.000 bueyes. Todo ello de la hacienda del rey.
También sus jefes reservaron ofrendas voluntarias para el pueblo, los sacerdotes y los levitas. Jilquías, Zacarías y Yejiel, intendentes de la Casa de Dios, dieron a los sacerdotes, como víctimas pascuales, 2.600 ovejas y trescientos bueyes.
Konanías, Semaías y Natanael, su hermano, y Jasabías, Yeiel y Yozabad, jefes de los levitas, reservaron para los levitas 5.000 corderos pascuales y quinientos bueyes.
Preparado así el servicio, ocuparon los sacerdotes sus puestos, lo mismo que los levitas, según sus clases, conforme al mandato del rey.
Se inmolaron las víctimas pascuales, y mientras los sacerdotes rociaban con la sangre que recibían de mano de los levitas, los levitas las desollaban y apartaban lo destinado al holocausto para darlo a las secciones de las casas paternas de los hijos del pueblo, a fin de que lo ofreciesen a Yahveh conforme a lo escrito en el libro de Moisés. Lo mismo se hizo con los bueyes.”

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