¿Qué es la oración?
Es la actitud interior de la persona de disposición del encuentro con su todo y con su nada en la experiencia relacional con el Creador.
¿Para orar hay que pertenecer, necesariamente, a alguna religión?
No.
¿Se puede orar, aún, sin pertenecer a alguna religión o agrupación religiosa?
Sí.
¿Pero, siempre se oye decir que las religiones son los canales válidos y autorizados para orar?
Es la actitud interior de la persona de disposición del encuentro con su todo y con su nada en la experiencia relacional con el Creador.
¿Para orar hay que pertenecer, necesariamente, a alguna religión?
No.
¿Se puede orar, aún, sin pertenecer a alguna religión o agrupación religiosa?
Sí.
¿Pero, siempre se oye decir que las religiones son los canales válidos y autorizados para orar?
Por lo general esa es la
idea. Pero, aún, sin pertenecer a cualquier religión se puede tener la
auténtica experiencia de la oración.
¿Por qué, no necesariamente, hay que pertenecer a alguna religión para
una verdadera y auténtica experiencia de oración?
Porque se trata, según la
mentalidad del libro del Génesis, de una relación Creador-Criatura, ya desde la misma creación. Es algo connatural a la criatura, según la mentalidad del libro del Génesis.
Es dialogar en una
experiencia de relación Creador-Criatura.
¿Significa, entonces, que orar es algo existencial, propio del hombre,
aún, cuando no haga profesión de un credo o pertenezca a alguna religión?
Por supuesto.
¿Entonces, por qué, siempre se tipifica y se dice que hay que
pertenecer a alguna religión para poder orar o tener la experiencia de la
oración?
Por ignorancia y afán de
exclusividad por parte del hombre que busca adueñarse de una experiencia que es universal y connatural a
la criatura, capacitado desde la creación para la experiencia relacional con el Creador.
Lamentablemente; sí.
Tienen la experiencia y los
patrones válidos de acuerdo con sus procesos de enriquecimiento para facilitar el encuentro en la experiencia de la relación
Creador-Criatura.
No.
Desde el libro del Génesis,
sobre todo, en los tres primeros capítulos, el hombre está ya en capacidad de
relacionarse con el Creador. El problema se presenta después cuando el hombre
ha querido y pretendido (y logrado en la historia) de encasillar esa
experiencia.
¿Dónde, en concreto, aparece en el libro del Génesis esa realidad
teológica y humana de la capacitación y
capacidad del hombre para la relación Creador-Criatura?
En Génesis 1, 26-27:
Y dijo Dios:
«Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y
manden en los peces del mar y en las
aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en
todas las sierpes que serpean por la tierra.
Creó, pues,
Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los
creó.
¿Es decir, que “imagen, como semejanza nuestra” (en
referencia a Dios) no es otra cosa que en igual de condiciones Creador-Criatura?
Ya lo dice el texto sagrado.
No hay más que decir. Está dicho. Por lo menos, en la capacidad y condición de
la relación, por supuesto. Porque, la clave está siempre en la relación y
realidad Creador-Criatura con sus diferencias y
especificidades. Es decir: Creador, como Creador; y, Criatura, como Criatura.
Es básico esa aclaratoria. Pero, en relación y en capacidad de relación. Es
clave.
En el encasillamiento y en el pretender apropiarse una
experiencia que ya le es propia al hombre
desde su creación. Por lo menos, es lo que se desprende del texto del libro del
Génesis.
Ahora bien: ¿Quiere decir, entonces, que no son necesarias las
religiones en el mundo para la experiencia de la relación-diálogo
Creador-Criatura?
Desde el punto de vista del
Génesis, ciertamente, no.
Lo es, sí no miramos con
objetividad la Revelación que nos hace el libro del Génesis. Pero, sí
interpretamos con carácter de universalidad, es decir, teológico, pues, no lo
es. Es una realidad teológica, revelada.
Las religiones son
experiencias comunitarias de la misma experiencia universal ya implícita en la
naturaleza del hombre. Tienen la propiedad de crear una escala de valores y
condiciones para facilitar la experiencia religiosa.
¿Cuáles serían los elementos de una religión organizada para poder
facilitar de manera comunitaria la experiencia de la relación Creador-Criatura?
Primero: precisar el objeto de la
relación. En este caso, “Dios”.
Segundo: reconocer que la
experiencia del encuentro con Dios es posible y se da cada
vez que se reúnen para tener de manera comunitaria esa experiencia.
Tercero: crear un conjunto de
ritos, rituales, oraciones, posturas, posiciones y maneras muy específicas que
faciliten esa experiencia de la relación. Lo que sería la liturgia de cada una
de las religiones. De hecho, todas las religiones, tienen su propia liturgia.
Cuarto: fortalecer a la persona
que hace esa experiencia. Y, aquí, es donde está la realeza y grandeza de todas
las religiones.
Quinto: crear, por consiguiente,
la necesidad afectiva y efectiva de la persona de estar constantemente
repitiendo esa experiencia.
Sexto: generar el compromiso
personal de todos los que pertenecen a ese grupo en concreto (de la
denominación que sea) de llevar una vida de acuerdo con los valores humanos-teológicos de
esa experiencia de la relación Creador-Criatura. Es decir, se genera una escala de valores morales.
Tratemos de precisar esos seis elementos esgrimidos en la respuesta
anterior: ¿Es decir, que sí no se precisa con claridad el objeto, es decir,
Dios, no se está claro y se podría presentar problemas, en la religión que sea?
Por supuesto. Lo que quiere
decir, que es básico, fundamental y elemental, precisar el objeto, en este caso
Dios.
¿Podría darse una explicación más comprensible de esa gran verdad,
sobre la precisión del objeto, en este caso Dios?
Si no se tiene claro el sentido
de revelación de Dios puede traer graves
problemas. Así, por ejemplo, sí se tiene un concepto de Dios vengador y castigador nos
llevaría como consecuencia a una vida llena de temor y de escrúpulos que enfermarían a la persona que
profese esa creencia en particular.
¿Pero esa era la idea alguna vez del concepto de Dios que se tenía, por lo menos, así
aparece en el Antiguo Testamento de la religión judía, de un Dios vengador de
nuestras maldades?
Sí; esa era la idea del
Antiguo Testamento, en la religión judía. Pero, el libro de Job, buscaba
mostrar, justamente, lo contrario. Y, sobre todo, el mismo Jesucristo, en toda
su enseñanza nos muestra a un Dios misericordioso, superando, así, la idea de
un Dios vengador.
Un Dios al que haya que
hacerle sacrificios humanos, por ejemplo, como en algunas religiones, según nos
cuentan muchos libros de historias de algunas culturas, como las precolombinas
Sí; ¿pero si uno lee algunos libros del Antiguo Testamento, para seguir
con la idea de la religión judía, que es la base de la religión cristiana,
todos los rituales religiosos consistían en inmolar cabritos y toros cebados;
o, sea, entonces, que la religión judía tenía una falsa concepción de “Dios”?
De hecho, en eso consistía
los sacrificios religiosos. No se puede negar.
Es escandaloso desde nuestra manera de ver hoy el concepto del
sacrificio. Así, por ejemplo, se nos cuenta en el libro segundo de las Crónicas
35, 7-12, por citar un caso como
referencia, de cantidades de cabritos, ovejas y bueyes para el sacrificio de la
Pascua en honor a Yahveh[1]. ¿No es eso una carnicería
en el más sentido estricto de la palabra para agradar a un dios, sediento de
sangre?
¿Qué se puede decir, como
respuesta, ante los datos que se recogen en ese libro y en muchos del Antiguo
Testamento? No se puede decir nada como para justificar. Los datos son los
datos. Ahí están.
¿O, sea, que reconoce, entonces, que también el judaísmo desde sus
inicios como religión no tenía una clara definición del auténtico Dios?
Desde los datos plasmados
como evidencia aquí, pues, no hay otra que decir, que, sí.
¿Es decir, entonces, que Dios necesitaba de la sangre de los
sacrificios de animales para estar contento?
Pareciera.
¿Cómo, que, pareciera? Es. Ahí están los datos. Y lo peor es que, según
los mismos libros considerados sagrados, era el mismo Dios que los pedía y
determinaba cómo, cuándo, dónde y por qué y quiénes tenían que hacer los
sacrificios. ¿Qué se puede decir al respecto, cómo se defiende?
No se puede decir nada. Esa
es la historia de la religión judía.
¡Muy bonito, no! ¿No cree que está evadiendo una respuesta seria ante
esa realidad innegable, y, ahora, se busca lavar las manos, al decir que esa es
la historia de los judíos, y, no la de los cristianos, como religión, que tiene
como base la fundación de fe de los judíos como su herencia religiosa? ¿No cree
que, al fin y al cabo, es la misma cosa?
Sin duda que el cristianismo
tiene su base de fe en la religión judía. De hecho, cree y profesa su fe en un
solo Dios. Es decir, es una religión monoteísta. Pero, el cristianismo es
posterior y es la maduración perfecta del judaísmo en la historia, desde Jesús
de Nazareth, el Mesías, el enviado, según las mismas esperanzas mesiánicas del
pueblo judío.
Negar un proceso de madurez,
aún en la religión, sería negarse al proceso mismo del crecimiento de la
persona humana, y, por consiguiente, del género humano, tanto en
individualidades, como colectivamente.
Se acaba de decir que toda religión progresa, aún en sus apreciaciones
sobre el Dios en el que cree. Muy bien. ¿Entonces, eso significa que la
religión se hace con el tiempo y es, igualmente, purificable o depurable y que
se puede, tanto avanzar como retroceder, y, aún, estancar, sí sus integrantes
no se mantienen en alerta?
Definitivamente.
Estar haciendo
constantemente teología. Lo que significa verdaderamente una auténtica experiencia de oración. Es decir, no todo está conseguido. Y, aún lo conseguido, se puede
perder. Porque se trata de una experiencia de apertura constante.
Deberían hacerla todos, en
la experiencia de oración que es una constante búsqueda y
un eterno ir y venir hacia la fuente y de la fuente. No porque ya se
llenó las vasijas de agua hoy, mañana no tengo que volver. Al contrario, hay
que volver para llenar otra vez las vasijas, lavarlas, cambiar el agua, y
volver y volver, constantemente.
No.
Al contrario. Se convierte
en una fiesta interior que produce mucha alegría y
satisfacción. Además, de una dulce necesidad.
¿Y, si no se hace esa experiencia del ir y venir a la fuente y de la fuente,
y que suena tan bonito, y no se logra en todos, existe algún peligro, entonces,
en la experiencia de la oración y de la religión como el instrumento garante
de esa experiencia?
Definitivamente.
El peligro está en que,
entonces, la religión se convierte en puro moralismo.
¿O, sea, que el moralismo es una deformación de lo que
debe ser una auténtica tarea de las religiones?
Definitivamente.
En que todo se convierte en
pecado. Y todo se convierte en un puro ritualismo y cualquier infracción de lo
ritualístico o sus formularios se considera como una ofensa a Dios. Todo se
convierte en un “no”. “No” para todo, que en vez, de liberar, ata, paraliza y
confunde generando un temor por todo y para todo.
Por supuesto, que hay
momentos, lugares y situaciones en el que el “no”, prevalece. Pero, no tanto,
al extremo de quitar la experiencia de libertad interior. Cuando se le da mas importancia a lo menos importante, como a los detalles
superfluos, y no a la esencia, se corre el peligro de moralismo.
Se podría dar ejemplos.
Pero, al dar ejemplos, caeríamos en moralismos, que es, precisamente, lo que se
está evitando.
La persona humana. Con todo
lo que esa realidad implica: su libertad con el auténtico sentido de “imagen
y semejanza de Dios” (véase la pregunta 14.).
¿Entonces, cuando muchas manifestaciones religiosas, e, inclusive,
mucho líderes religiosos (de la religión que sea), adoptan posturas moralistas,
están privando de una auténtica experiencia religiosa y de oración a los seguidores de
esa experiencia?
Definitivamente.
Sí.
Sí.
Utilizando la idea del ir y venir hacia la fuente y de la fuente ( véase la idea
de la pregunta 33), ¿cuál sería un ejemplo de moralismo?
Sería en quedarse con el
agua que se trajo hace varios días y no querer volver a la fuente para renovar
el agua, aún lavar la vasija. O, sería, en conformarse con la experiencia ya
vivida (o de ayer) creyendo que no hay más, cuando el agua sigue fluyendo
cristalina y fresca en la fuente para dar vida.
No queda del todo clara la idea. ¿Podría dar alguna otra referencia
ilustrativa para comprender tema tan importante para nuestras vidas?
Al conformarse con el agua
que se trajo ayer (en relación a tiempo pasado y vivido como experiencia) y no
comprender que la vida está en la fuente, a donde se tiene que volver siempre,
para siempre volver, se comienzan a poner muchas prohibiciones para intentar
conservar lo que ya se vivió y pertenece al ayer, para intentar conservarlo.
Cuando ya envejece por razones de tiempo y naturaleza. Entonces, vienen los “no”.
Tales como: No mueva el agua; no mueva la vasija; no se pare ahí porque se
calienta el agua; no destape la vasija porque se evapora; no saque mucha agua
porque queda poca; no, no y no. Todo un rosario de “no” que empobrecen y
quitan la libertad y la alegría. Todo por no volver a la fuente otra vez, y,
así, cada vez, siempre.
Algunos líderes están en la
experiencia y en la sintonía del ir y venir a la fuente y de
la fuente. Otros, son extremadamente moralistas, lamentablemente. Y eso es en
todas las religiones.
No es la excepción.
¿O, sea, que ese estancamiento en la oración, no sería lo mismo a
decir, que es un estancamiento psicológico?
Por supuesto que sí.
¿O, sea, que sería quedarse anclado a un ayer muy bueno y cerrarse a un
mañana muy prometedor y enriquecedor, como clave de futuro, al fin y al cabo como una auténtica interpretación del sentido de la
historia?
Sí.
Ese sería y es
verdaderamente el problema. Un quedarse en el ayer y mantenerse en esa
experiencia como la única válida.
Por supuesto. Muchas.
Sólo por decir una: “Ay,
en mis tiempos era así” (es decir mejor).
Envejecimiento mental.
Porque el mundo fluye, cambia. También son nuevas todas las experiencias que
hacen que la vida sea realmente bella. Y lo es.
¿Pero, eso que se aplica en la oración, del estancarse o del ir-venir a
la fuente, se aplica a todos los ámbitos de la vida de la persona y de la
historia?
Definitivamente.
¿Entonces, lo de la oración como actitud, podría decirse es que
igualmente una experiencia intelectual?
Por supuesto.
Ni, más; ni, menos.
¿Pero, se oye muchas veces, que muchos contraponen esas dos realidades
y las colocan como antagónicas?
Es triste que así sea.
Jamás.
Definitivamente.
No se es intelectual si en
el fondo no se es espiritual. De hecho, la condición que hace al intelectual en
su afán de búsqueda es, precisamente, su espiritualidad.
Por supuesto. Esa es la
diferencia.
De hecho, sin fe no se puede
hacer teología. Es básico.
Ya sólo el hecho de que una
persona se cuestione el sentido de la vida y le busque sentido a la vida con sus cuestionamientos hace,
precisamente, que tenga fe, aún cuando no exprese ninguna formulación
religiosa.
¡Pero, se ha tipificado siempre que el “ateo” no cree y no tiene fe,
por consiguiente, no está autorizado para hacer teología!
Lamentablemente, son
calificaciones que en nada se acercan a la verdad. Muchos, sobre todo
cantantes, por ejemplo, hacen mucha teología. Claro, que es una manera muy peculiar de hacer teología, muchas veces contestatarias. Pero, no por eso, no dejan de hacer teología, desde sus maneras
particulares, por supuesto. Pero, igual es teología. ¡Cómo negarlo! Y, desde
alguna manera, nos ayudan a acercarnos al verdadero concepto de Dios.
Definitivamente.
¿Y, eso no puede ser delicado ya que habrá tantas teologías como
pensantes sobre la realidad “Dios” haya?
En el sentido amplio de lo
que es teología; no. De hecho, todos estamos en capacidad, por la naturaleza humana,
de intentar acercarnos al mismo misterio. Total, la apertura es existencial y universal, sin excepción.
Si; pero, ¿entonces, dónde se ubica lo del Magisterio de la Iglesia y
lo de la sujeción al Magisterio oficial de la Iglesia?
Tiene razón. Pero, eso
corresponde estrictamente a los cristianos y católicos en concreto y no al
hecho existencial de la capacidad de teólogos de la que participamos todos los
seres humanos, por el solo hecho de ser “imagen y semejanza de Dios” ( véase la pregunta y respuesta 14).
¿Eso quiere decir, entonces, que algunos estarán más cerca de una
auténtica interpretación de la realidad “Dios” que otros?
Está de más decirlo.
¿O, sea, que el concepto de Dios que se pueda tener con su
comprensión, es progresivo, en donde, a veces, se aproxima más o se distancia,
dependiendo de las capacidades del sujeto (persona) que haga esa maravillosa
tarea?
Por supuesto.
Por supuesto.
¿O, sea, que las religiones son maneras interpretativas de una relación
circunstancial de interpretación de relación
con Dios?
Ni, más; ni, menos. Ese el
meollo de las religiones.
[1] Segundo libro de las Crónicas, 25, 7-12:
“Josías reservó para la gente del pueblo ganado menor, así corderos como
cabritos, en número de 30.000, todos ellos como víctimas pascuales para cuantos
se hallaban presentes, y 3.000 bueyes. Todo ello de la hacienda del rey.
También sus jefes reservaron ofrendas voluntarias para
el pueblo, los sacerdotes y los levitas. Jilquías, Zacarías y Yejiel,
intendentes de la Casa
de Dios, dieron a los sacerdotes, como víctimas pascuales, 2.600 ovejas y
trescientos bueyes.
Konanías, Semaías y Natanael, su hermano, y Jasabías,
Yeiel y Yozabad, jefes de los levitas, reservaron para los levitas 5.000
corderos pascuales y quinientos bueyes.
Preparado así el servicio, ocuparon los sacerdotes sus
puestos, lo mismo que los levitas, según sus clases, conforme al mandato del
rey.
Se inmolaron las víctimas pascuales, y mientras los
sacerdotes rociaban con la sangre que recibían de mano de los levitas, los
levitas las desollaban y apartaban lo destinado al holocausto para darlo a las
secciones de las casas paternas de los hijos del pueblo, a fin de que lo
ofreciesen a Yahveh conforme a lo escrito en el libro de Moisés. Lo mismo se
hizo con los bueyes.”
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