Son posibilidades. No
certezas. Y es complicado todo lo que se está preguntando. Son muchas cosas al
mismo tiempo. Lo mejor es el silencio, ante el hecho del misterio. Y la expresión “pues...” parece adecuada, como señal de inquietud y
reflexión, al mismo tiempo.
¿Pero, se va a negar que, en cierta manera, el mundo, a nivel de
pensamiento está en manos de los pensadores judíos?
No se puede negar. Es
evidente.
¿Se va a negar que la idea de un Dios, único, y de una religión
monoteísta, es decir que cree que existe sólo un Dios, es idea judía?
No se puede negar. De hecho,
Moisés es el fundador y el promotor de esa idea, por decirlo de alguna manera.
Lo era.
¿Y, los judíos, no inventaron el personaje mitológico de Adán para
justificar que, en cierta manera, Dios hasta tenía preferencias netamente
judías?
Es complicada la cuestión.
Hay que reconocer que el
camino es pedregoso. Mucho.
No.
Es necesario que precisemos
algunas ideas en esta avalancha de preguntas tan interesantes y que no se han
respondido, sino con expresiones incompletas.
Serias y delicadas, sin la
menor duda.
Primero: hemos escogido el libro de
la Biblia llamado el Génesis, para hablar del misterio del hombre y de su existencia,
por los menos, de sus orígenes.
Con calma.
Segundo: en los tres primeros
capítulos se nos habla de la creación de todo lo que existe, y, también del ser
humano (Adán-Eva).
Todo a su paso. No empuje.
Tercero: al crear al ser
humano, el mismo libro dice, que creó “al hombre a imagen y semejanza de
Dios”.
No hay otra. Pero...
Cuarto: No dice nada sobre si el
hombre era judío o no.
Sí. Fueron los judíos. Pero
hay allí, en esa afirmación, una fórmula que supera toda posible segregación o
exclusión. Hay allí una afirmación de fe. Hay allí, justo allí, una afirmación
universal. Es una revelación teológica. Es decir, universal.
En que se trata de una
afirmación de fe, que supera incluso a los mismos judíos. Ahí está lo grandioso
de esa afirmación. En que es pura teología, y de la buena. Sin añadiduras, ni adornos, ni influencias, ni
conveniencias, ni partidismos religiosos, ni partidismos políticos, ni
segregaciones sociales o culturales.
No es convincente, esa repuesta, ya, que más adelante se inventan a Moisés
y lo de la zarza ardiendo para justificar que Dios lo escoge a él para hacer un
pacto y una alianza, en la que Yahveh en adelante será el Dios de ese pueblo,
con el compromiso y exigencia de que el pueblo se le mantenga fiel. ¿Qué tiene
que decir a eso?
Está bien. Pero, eso fue más
adelante.
¿Pero, no es lo mismo: no era un pretexto para llegar a donde querían
llegar para justificarse como el único pueblo escogido? ¿No es eso pura
arrogancia y desfachatez, además, de un insulto a los demás pueblos y creencias
religiosas?
Pues...
¿Qué tienen los judíos como pueblo que no tengan los demás? ¿Qué tiene
la religión judía que no tengan las demás?
Muy interesante.
Pues...
Pues...
Pues...
¿No es eso vana pretensión y manipulación de la idea del misterio y como fueron los que tomaron la
delantera en concebir la idea, inventaron lo que inventaron, para sus
beneficios como cultura y como pueblo?
Pues...
Es que no ha dado
oportunidad de continuar con la idea que se venía intentando explicar.
Al comienzo del libro del
Génesis hay la gran afirmación de fe de todo el libro del Génesis.
Dice textualmente, así:
“En el principio creó Dios
los cielos y la tierra.
La tierra era caos y
confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por
encima de las aguas” (Génesis 1, 1-2)
Pues, que se trata de la
principal afirmación de fe.
Habíamos dicho anteriormente
que la palabra “Dios” hacía referencia al “misterio” de la existencia, tanto de todo lo creado, como del hombre mismo. Y,
en esa frase con la que comienza toda la Biblia, está diciendo que se trata de
un misterio. Dios como misterio. Y la tierra y los cielos, para generalizar todo lo creado, como
misterio, igualmente. Por eso esa afirmación tan bonita.
Bueno... que el misterio es la causa del misterio de la
existencia, también de la humana. Por eso la palabra Dios, otra vez, y al comienzo
de ese libro de fe.
Ni, más; ni, menos.
Para que se dice que, no;
si, sí.
Sobre esa verdad hemos
estado dando vueltas, una y otra vez.
Era justo.
Ve, como se están cambiando
los roles: ahora el del “pues...” es usted.
Pero, hay una cosa que todavía no me está quedando clara: eso de la
auto-revelación. ¿Cómo se explica: es, en verdad revelación de Dios, o es un
recurso del hombre para intentar explicar lo que no tiene explicación?
Pues...
¿Es, en verdad, revelación, o, auto-revelación. Es decir, el hombre se
dio las respuestas a sí mismo, atribuyéndoselas a lo del misterio; o, en verdad, fue que la realidad del misterio se le apareció al
hombre para comunicarle lo que dice que le ha comunicado?
Pues...
Pues...
Pues...
¿O, sea, que el misterio ha dejado la penumbra de lo
impenetrable, ha hecho una excepción y se ha venido a darle una visita al hombre
para contarle cómo eran las cosas por allá y por acá?
Pues...
Ahora, sí, que se complicaron las cosas. ¿No le parece que es como muy
forzado ese recurso de la idea de Revelación?
Pues...
Pues... complicado...
¿No se estarán juntando algunos males, desde un mal, tal vez bien visto
al pretender encontrarle una respuesta? Admitamos que la idea de misterio o de Dios era una solución para
explicar lo que no tiene explicación. Hasta estaría bien. ¿Pero, la idea de que
ese misterio hace una excepción y viene a dar una explicación, por una parte;
y, por otra, la idea de que se escoge a un pueblo determinado, haciendo
preferencias de entre los pueblos del mundo? Hay cosas que no encuadran con la
lógica y con la razón.
Es ahí donde interviene,
precisamente, la fe.
No precisamente.
Hay que precisar lo que es
fe.
Es la experiencia del
misterio y la relación a él con sentido
de silencio. No significa que sepa lo que no puede saberse. Por eso el silencio
es su condición indispensable.
No. Todavía no hemos
precisado lo que es fe. Hemos hecho referencia a la fe, pero todavía no hemos
precisado lo que es.
Es la experiencia profunda del sentido del misterio y su relación con él.
Pero, eso es fe.
Al contrario. Está completa.
Sí.
Es una experiencia.
De misterio y del misterio.
Sí.
No. Es vivir la vida en todo
su sentido en clave de misterio. Hay verdades que no entiende y superan al hombre.
Por supuesto.
¿Y, cuál es la clave de ese misterio asumido como silencio respetuoso
ante realidades que superan al hombre, por sobre todo?
La apertura existencial.
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